La Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino llevó a cabó la mesa panel “Desafíos actuales en educación”, que estuvo a cargo del doctor Carlos Brailovsky, referente mundial en investigación en educación médica.
Un amigo de la casa, así describió el rector de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Francisco López Cruz, al Dr. Carlos Brailovsky, referente mundial en investigación en educación médica. “Un halago”, respondió con sorpresa Brailovsky, quien había compartido una jornada de trabajo con los docentes de la carrera de Medicina de esa casa de estudios. El pasado jueves 21 de marzo, los espectadores ya esperaban en las puertas del auditorio para ingresar, escuchar y presenciar la mesa panel “Desafíos actuales en educación”, donde Brailovsky estuvo acompañado por el Mg. Dr. Alejandro Cragno y la Mg. Bq. Marta del Valle, quienes acompañaron el proceso de acreditación de la carrera de Medicina de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNSTA.
“Empezar una carrera desde cero en reflexión pedagógica es extraordinario”, con esa primera afirmación Brailovsky dio inicio a su presentación. “Qué desafío que a un grupo se le ocurra planificar una carrera de gran importancia pública”, coincidió Del Valle cuando tuvo la palabra. La profesional sostuvo que lo primordial fue pensar el perfil del egresado y mencionó que hay necesidades sociales formados en otra lógica, hacia donde la UNSTA planteó su primera meta. Otra fue la capacitación de recursos humanos, de los equipos de trabajos. “Junto a la especificidad institucional y la participación de la CONEAU podemos definir al médico de la UNSTA, que tiene la identidad propia de la universidad”, afirmó.
En esa diferenciación del egresado, ciertas “decisiones” definirían al futuro profesional:
-“Currículo integrado, en el que se resignifican las disciplinas como tal. Se estudia las diferentes disciplinas pero en contexto;
– Un diseño centrado en el estudiante donde los docentes nos corremos del protagonismo. Siendo facilitadores del mensaje, que parte de una deconstrucción que afirmó Cragno. Es un rol más difícil pero más gratificante;
-Orientado a la comunidad, esto está relacionado con la responsabilidad social. El alumno no puede desoír las necesidades de la comunidad de la que forma parte Ellos van a aprender para la comunidad y a contribuir para resolver problemas de esa comunidad”.
Respecto a la estructura de la carrera, detalló Del Valle, en lugar de ampliar conocimientos, la carrera será estudiada desde cinco áreas que atraviesan todo el currículo: biológica, humanística, social, ciencias de comportamiento y práctica profesional; lo que hace al programa más holístico. “Eso sólo puede suceder en un currículo integrado como el de la carrera de Medicina de la UNSTA”, sostuvo. ¿Cómo caracterizar su programa? “Aprendizaje colaborativo, trabajo interdisciplinario y desarrollo de competencias (secuencial y progresivo con currículo espiral)”, precisó. A modo de cierre, sintetizó: “Se espera un médico con una fuerte formación científica ABP (Aprendizaje Basado en Problema), en vistas de generar empatía -en lugar de una carrera individual- y con capacidad de autoevaluación”.
La evaluación fue el eje central de los expositores. Para Brailovsky, es el tema de gran preocupación en el dominio de la educación médica en la actualidad. Hasta el momento muchos de los modelos eran considerados válidos y confiables, pero en realidad lo eran en menor proporción. Lo que estimuló la reflexión en grupos y abrió las puertas para nuevas propuestas. Ese desafío en la educación médica depende de dos pilares: los docentes y los estudiantes. Hay que salir de la zona de confort, como principal reto al desarrollar un programa nuevo: “Significa que el mundo de hoy nos ofrece estudiantes distintos a lo que fuimos. Los docentes tenemos que aggiornar nuestros programas, nos tenemos que reconfigurar. Y el alumno tiene que ser capaz de autogestionar su propio aprendizaje. Es un proceso socialización”, explicó Cragno. Y agregó: “Por eso nos planteamos un equipo interdisciplinario”.
Respecto a los estudiantes, explicó Brailovsky: “piensan que alcanzaron la competencia suficiente cuando rindieron el examen final, pero la competencia es mucho más que aprobar. Y no se dan cuenta que a partir de ahí tienen que mejorar sus habilidades con pasantías y prácticas profesionales. Se esperan que sean excelentes, que sean evaluados continuamente para formar habilidades de alto nivel. De ahí que los estudiantes de medicina son probablemente los más evaluados en programas de educación superior”. En otras palabras, hizo referencia al equilibrio entre la competencia y la búsqueda de la excelencia. “Hay que llegar de la primera a la segunda”, sintetizó. Otros retos son el reconocimiento del tiempo propio del estudiante en su recorrido de novato a experto; el equilibrio entre la evaluación formativa y sumativa, ¿cómo?, allí las formaciones de grado y posgrado los obligan a ser seguros e idóneos en prácticas profesionales y la tendencia actual es aumentar evaluaciones formativas en los entornos de trabajo; y por último, la dificultad de ponderar la confiabilidad, la precisión de la medida en la evaluación clínica y la validez.
Además, explicó, las competencias no son genéricas, son específicas a los diferentes contextos: “los alumnos siempre tienen que estar en contexto en el que se tienen que situar para responder a preguntas y resolver situaciones”, dijo. Tal es el caso al desarrollar la capacidad de comunicar en situación difícil o delicada. El residente es, a menudo, la primera persona que va a enfrentarlas y debe iniciar una conversación con personas concernidas, debe demostrar competencias necesarias para manejar esas dimensiones complejas de comunicación: verificar quién debe estar presente, cuándo darla o no, prever el encuentro y hacerlo en un lugar privado, (debe) escuchar atentamente, verificar que el interlocutor entendió bien, colaborar con otros miembros del equipo. “Los alumnos se miden con los pacientes”, apuntó. Y precisó que la retroalimentación en ese proceso de aprendizaje y de evaluación del aprendizaje debe ser continuo. Siempre se da, en un ciclo virtuoso de aprender, evaluar, decidir, observar, documentar, retroalimentar, revisar, reflexionar, ajustar, adaptar.
La evaluación para el aprendizaje debe estar totalmente integrada en el proceso educativo, debe enriquecer el proceso del estudiante: la piedra angular y la clave de la cual partió el equipo que diseña y ejecuta la nueva carrera de Medicina de la UNSTA. “Agradecidos de ser parte”, coincidieron los expositores. Pero en las preguntas y comentarios finales, el aporte de un estudiante resaltó entre el público: “Estoy emocionado (por el planteo de la nueva carrera de Medicina de la universidad). Ojalá que otras universidades se contagien de eso”.
Fuente Universidades Hoy